jueves, 1 de julio de 2010

Compostela… palabras de un peregrino del Camino de Santiago

¡Buen camino, peregrino! Mano alzada y el deseo de seguir las huellas del
Apóstol.
Se cuenta del camino mil y una historias que trascienden las memorias ocultas en el tiempo. Caminas sobre huellas olvidadas y recordadas.
Y no sabes qué sucede, pero presientes que esas mil historias son mil conciencias que acompañan tus andanzas.
Y es que el camino, reto misterioso del alma propia y la propia vida te llama y te recuerda que contigo va Dios. Hay un misterio en su llamado, son fuerzas indescifrables que te alientan.
Una advertencia del pasado que no deja que respires. Que no deja que
descanses hasta que te entregas al misterio y en el camino vas en busca de tu destino.
Y son voces de tono bajo, las que te cuentan que el camino te llama. ¿Voces del silencio? ¿Voces del pasado? ¡Voces del Apóstol, llegué a pensar! ¿Es afuera? ¿Es adentro? No lo sabes y solo cuando estás en el camino puedes entender que el llamado viene del corazón.
¡Santiago Apóstol, bendice mi camino. Aligera mis cargas. Descúbreme el misterio de este andar y peregrinar. Muéstrame en tus piedras la historia de la fe. El milagro de creer para ver!
Porque hay milagro en el camino.
La naturaleza se descubre con el canto peregrino de pajaritos de colores que arrullan tus callados pensamientos. Te das cuenta de que existe el cantar de los cantares. Despiertas y te encuentras con las aguas cristalinas de ese arroyo, que ha calmado por cientos de años, la sed del peregrino.
Y vas tras las huellas del Apóstol andando con tus cargas, al principio muy pesadas, pero avanzas y se te olvida, que las llevas en la espalda. Vas meditando en la nada y el todo. Mirando el cielo eterno. Sintiendo la tierra andada. Vas soltando tus recuerdos. Te re encuentras con tus sueños. Y los compañeros de camino, te recuerdan que eres otro peregrino. Uno más igual que ellos. Y tú como ellos, peregrino del camino, aprendes que el pan que llevas lo compartes y lo importante es lo que hoy vives porque el mañana poco importa.
Y a fin de cuentas, ¿Qué sabemos del camino? …
¡Buen camino… peregrino!
Por Magdalena Calvo de Sosnowsky 02 de mayo de 2005

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