jueves, 1 de julio de 2010

EL CAMINO DE SANTIAGO ES UN CAMINO CRISTOCENTRICO

El momento que estamos viviendo en nuestra Iglesia en América, y especialmente en Venezuela, con la Misión Continental Evangelizadora, cuyo lema es “Ábrele tu corazón a Jesucristo”, se transforma propicicio para hacer de este IV Peregrinación por la Paz Camino de Santiago en Caracas, una ocasión para fortalecer la actitud misionera de todos los bautizados, quienes están llamados a llevar la Buena Nueva a todos los hermanos, especialmente a los más alejados, los que no la conocen y a los pobres de Dios.
El Apóstol Santiago, misionero y mártir, fue un gran caminante cuya misión fue presentar a Jesús a todos los pueblos para que pudiesen vivenciar el amor de Cristo y alcanzar la salvación.
En esta espiritualidad de Santiago reconocemos la espiritualidad del misionero que debe ser la del caminante, que no solo ama el camino por donde va, sino también ama a las personas a quien lleva el mensaje de salvación y, especialmente, ama el lugar a donde se dirige, que es el encuentro con Jesús.
Caminar por la vida es un peregrinar que nos lleva a la única y verdadera meta que es la vivencia definitiva del encuentro con Jesús, luz eterna del Padre,
Peregrinar en el Camino de Santiago es primero un encuentro-reencuentro con nuestra verdadera esencia que es reconocernos hijos de Dios y abrir nuestros corazones a Jesucristo, el Hijo bien amado del Padre, quien es el camino, la verdad y la vida. Es también un encuentro con mi hermano, peregrino de la vida al igual que yo.
El camino de Santiago es una parábola del camino de la vida. En ambos caminos unos van más lentos, paso a paso; otros más veloces. Hay quienes desde la primera estación sienten ese encuentro íntimo y cercano con Jesucristo y lo hacen compañero de todo su travesía. A otros este encuentro con Cristo se da en estaciones más avanzadas, quizás en la última estación. Pero tanto en el camino de Santiago, como en el camino de nuestras vidas, la razón única de éste debe ser el encuentro definitivo de amor con Jesucristo Resucitado, Cruz Salvicia de Redención.
En ambos caminos debemos, al igual que hicieron los Ángeles, entonar la alabanza “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra Paz a los hombres que aman al Señor”. El Camino de Santiago es el momento propicio para construir la paz de Cristo en nuestros corazones, y después transmitirla a nuestros hermanos por el camino de la justicia y la verdad.
El camino de Santiago es un camino con Cristo y en Cristo. Nunca es un camino solitario. Se peregrina en la vida con nuestro prójimo y, llevados de la mano, nos encontramos y nos salvamos en Cristo.
Vivamos pues este camino de Santiago con la alegría de ir al encuentro de Jesús y de ser misioneros en este tiempo de fortalecimiento misional de nuestra Iglesia.

Por María José Aguiar Barros de Dos Reis - Cofrade

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